Redefiniendo el tiempo

El tiempo no es lo que creemos. No es una línea recta, ni un reloj que nos persigue implacable. No es la cadena invisible que arrastramos, ni el tirano silencioso que nos consume. El tiempo, tal como nos lo enseñaron, es solo una convención. Un intento torpe de domesticar lo indomable.

Nos enseñaron a ver el tiempo como una sucesión de instantes: pasado, presente, futuro. Nos dijeron que solo podíamos avanzar, como si fuésemos trenes condenados a un solo riel. Pero ¿y si el tiempo no fuera una vía, sino un océano? ¿Y si no se tratara de avanzar, sino de navegar?

El tiempo es percepción. Es experiencia. Es conciencia. Y como todo lo que es parte de la conciencia, no es fijo. Vibra. Cambia. Se estira y se encoge, se curva, se bifurca, se entrelaza. Lo que para uno es eterno, para otro pasa en un suspiro. Lo que para el cuerpo es cronología, para el alma es ritmo.

La Relatividad nos dio la pista: el tiempo no es absoluto. Se curva con la gravedad. Se dilata con la velocidad. ¿Qué más necesita la ciencia para sospechar que quizás tampoco es lineal? Si la materia deforma el espaciotiempo, ¿qué hace la emoción? ¿Qué hace la voluntad? ¿Qué hace el amor?

Nuestra forma de medirlo es una ilusión funcional, no una verdad universal. ¿Cómo se mide un instante de revelación? ¿Cómo se cronometra un recuerdo que regresa con la fuerza de una ola y nos arrastra de nuevo a su centro? ¿Qué reloj mide lo que duele, lo que transforma, lo que nos despierta?

Redefinir el tiempo es recordar que no vivimos en el tiempo, sino a través de él. Que no somos sus víctimas, sino sus co-creadores. Que lo moldeamos tanto como él nos moldea. Que un día puede cambiar una vida y que una vida puede cambiar todo el tiempo del mundo.

El tiempo no es un contenedor. Es un tejido que tejemos con nuestra atención.

Y si podemos tocar el tiempo con la conciencia, tal vez podamos también viajar a través de él. No con máquinas, sino con intención. Con memoria. Con comprensión. Con esa vibración interna que conecta lo que fuimos, lo que somos y lo que seremos.

El tiempo no nos arrastra. Somos nosotros los que elegimos en qué momento vivir.

Tal vez por eso hay días que no se olvidan nunca. Tal vez por eso hay futuros que ya sentimos antes de que lleguen.

Redefinir el tiempo es comenzar a escucharlo de nuevo. No como un enemigo, sino como un aliado.

Porque quizás, solo quizás, el tiempo no pasa.
Somos nosotros quienes pasamos por él.

Texto corregido por IA




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